Oscars! Análisis Mejor Película
La carrera por el Oscar llega a su final. Diez películas aspiran a ganar el premio a la Mejor Película del año. La carrera ha sido larga y no llegan en igualdad de condiciones pero cada una de ellas tiene argumentos para ganar y los repasamos en esta última newsletter.
Después de años oscilando entre las cinco y diez películas nominadas a partir de este será un número fijo lo cual abre la puerta a un variopinto número de trabajos que conforman la radiografía de un año de cine que abarca desde el cine de autor internacional al blockbuster adulto.
A continuación hacemo un breve repaso a cada una de ellas, exponiendo sus logros y las razones que las pueden hacer ganar el Oscar.
Las nominadas son
BELFAST de Kenneth Branagh
Debería ganar porque utiliza la memoria reciente como acicate para indagar en un presente marcado por la pandemia y las fronteras que nos empeñamos en redefinir. No es casual que Branagh comenzara a pensar en esta película justo cuando el Reino Unido decidió separarse de la Unión Europea y meses más tarde, una situación de emergencia sanitaria nos aisló del mundo. En ese contexto, Belfast aboga por la familia como tabla de salvamento y la memoria como principal combustible.
CODA de Sian Heder
Debería ganar porque te posiciona al lado de aquellos que nuestro día a día margina, por una minusvalía o por falta de entendimiento y empatía. Porque cuando el sonido se desvanece hasta quedar todo en un sonoro silencio, la experiencia es tan inmersiva que te hace retorcerte, incómodo en tu butaca. Son solo cicuenta segundos, un minuto quizás, suficientes para ponerte en su piel. Por Joni Mitchell y sus dos lados.
DON'T LOOK UP! de Adam McKay
Debería ganar porque te hace levantar la mirada de la pantalla y te hace cuestionar la versión oficial y hoy en día no hay nada más provocativo que apagar tu teléfono móvil y mirar el cielo, sin mensajes entrantes, sin usar un filtro "valencia".
DRIVE MY CAR de Ryüsuke Hamaguchi
Debería ganar porque te lleva de copiloto por carreteras poco transitadas hoy día, esas que no te recomienda nunca el navegador de tu coche. A veces necesitas llegar cinco minutos más tarde a tu destino y pararte a contemplar como la nieve cae lenta, pero inexorable, sobre los campos, las carreteras y sobre las ruinas y recuerdos de lo que una vez fue tu vida. Porque a veces hay que aparcar y respirar, tomarse tiempo para superarlo, para ensayar, para volver a entablar una conversación que no te lleve a ella.
DUNE de Dennis Villeneuve
Debería ganar porque combina el relato épico (de liberación) con el retrato familiar, íntimo. Porque lo espectacular no está reñido con un discurso adulto que abarca también nuestra realidad social y política actual o el agotamiento de los recursos naturales que nos avocan al conflicto por el control de los mismos.
KING RICHARD de Reinaldo Marcus Green
Debería ganar porque te acerca desde una nueva perspectiva a dos figuras fundamentales en el mundo del deporte como lo son las tenistas Serena Williams y Venus Williams, descubriendo lo que se oculta detrás de sus triunfos. Porque la película no está tan interesada en mostrar sus logros deportivos como por el retato identitario en esa América que te te vende el sueño en el que con esfuerzo, todo es posible... sobre todo si eres blanco. Las hermanas Williams no tuvieron que competir en la cancha con hombres, si no con los prejuicios de raza y de clase de todo un país.
LICORICE PIZZA de Paul Thomas Anderson
Debería ganar porque a veces hay que correr y no parar hasta darte cuenta de lo importante que es esa persona que ha estado a tu lado tanto tiempo. Aunque te lleve años (o meses, o minutos... que en la película de Paul Thomas Anderson la cuestión de tiempo o el paso del tiempo no está muy definida) El tiempo como eje relativo de tu memoria, por la que transitas de recuerdo en recuerdo (el primer amor, la primera decepción, aquella película que no consigues olvidar) mientras el mundo, siempre en crisis, pone el contexto.
NIGHTMARE ALLEY de Guillermo del Toro
Debería ganar porque a veces los monstruos no solo se ocultan bajo la carpa de un circo o entre los barracones donde arrinconamos a aquellos que son diferentes o no cumplen con la vara de medir de la sociedad. A veces los monstruos, con traje y corbata campan a sus anchas por las aceras de la mal llamada sociedad del bienestar. Por su apasionado discurso a favor del freak y el outsider, por poner el foco en los márgenes y darles luz (y menuda luz la de Dan Laustsen)
THE POWER OF THE DOG de Jane Campion
Debería ganar porque desmitifica esa estampa inmaculada que ha construido el género del western muchas veces de forma excluyente (en su tratamiento de la comunidad y el exterminio indio, los roles femeninos o personajes que no encajaran en el estereotipo del cowboy) Por el valor simbólico que a veces puede tener un paisaje o un objeto, como un pañuelo, que se torna ya amarillento como el recuerdo que evoca.
WEST SIDE STORY de Steven Spielberg
Debería ganar porque Sharks y Jets todavía habitan los barrios más marginales de nuestras ciudades. Su discurso no envejece y Steven Spielberg lo magnifica desde todos los puntos de vista posibles, en la puesta en escena (sacándolos a las calles) y también en lo romántico, eje sin el cual el relato no tendría la misma relevancia.
El Oscarómetro
En el último programa de El Oscarómetro repasamos junto a Nacho Gonzalo de El Cine De Lo Que Yo Te Diga todas las categorías y apostamos por los favoritos para ganar el Oscar.
Lo puedes ver aquí.